Tomando un whisky con Silvio Rodríguez nos lo remite Pep Ledesma, fue Responsable de Organización de Illes Balears, y posteriormente, en primer lugar Secretario de Finanzas y luego Secretario de Organización del Comité Central de los CJC y nos cuenta una experiencia maravillosa que vivió mucho antes de todo aquello.
Volando alto, muy alto, quizás a 10.000 metros de altura…Volando literal y metafóricamente, de vuelta a casa, de una de las mejores aventuras que vivimos…1985, verano, con 16 añitos, saliendo del cascarón, saltando a la vida, ansiábamos tocar con las manos, aquello por lo que luchábamos, ¿un paraíso en la tierra? Un lugar en el mundo, que queríamos construir en nuestro pais… íbamos a conocer, a tocar con nuestras propias manos, el socialismo, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, mucho de lo que daba sentido, se concentraba en pocos días, en muchas horas de éste viaje, para mi casi iniciático, primer viaje al este, al pais de la Revolución Bolchevique.

El XII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, organizado por la Federación Mundial de la Juventud Democrática (FMJD), tuvo comienzo 27 de Julio de 1985, se realizaba en Moscú, bajo el lema “Por la solidaridad antiimperialista, la paz y la amistad”.


Y hacia allí tomamos rumbo.
La idea de celebrar encuentros mundiales de la juventud y los estudiantes surgió tras la 2ª G.M., en la Conferencia Mundial de la Juventud, celebrada en Londres (Oct Nov 1945), se decidió organizar un multitudinario encuentro internacional de la juventud, en la misma Conferencia se fundó la FMJD, quién junto a la Unión Internacional de Estudiantes, promovieron la realización del Primer Festival Mundial en Praga (Jul Agos 1947), bajo el bonito lema “Somos la juventud, amamos la vida, queremos la paz”, “Por eso alzamos nuestra voz de protesta contra los que hoy siembran la discordia entre los pueblos.
Independientemente de dónde vivamos, cómo seamos y de qué color sea nuestra piel, juramos no descansar, no darnos reposo mientras haya un solo hombre con deseos de trabajar, que no tenga trabajo, mientras las puertas de las escuelas y universidades no estén abiertas a todos, hasta que necesidades apremiantes de la juventud no sean satisfechas”, toda una declaración de intenciones, a modo de resumen de l espíritu, intención y temas tratadas en los Festivales. (Axionov, Vladimir ( 1985). Hacia el XII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes . Moscú, Nóvosti Editorial)
Un bosquejo de recuerdos se agolpan algo difuminados, los años y la sobresaturación de la memoria, que no perdonan, recuerdo haber participado en muchas actividades, encuentros con otras delegaciones, fiestas, visitas culturales, estuvimos varios días en Smolenks, paseando por el río Dniéper, el maravilloso metro de Moscú, los parques verdes e inmensos, todo parecía un sueño en el paraíso, del que sin saberlo despertaríamos, en alguna medida, años más tarde. Pero eso ya es otra historia.
Con la perspectiva que dan los años y algo de madurez, no mucha, puedo decir, sin temor a equivocarme, cuan afortunad@s fuimos, la infinidad de vivencias, experiencias, afectos cultivados, curtidos en mil batallas, en la defensa de nuestros derechos, grano a grano la arena hizo su montaña, cuánta dignidad aprendimos en esos años, sembramos sin saberlo, y sin quererlo, la simiente, de lo que fuimos, y de lo cada cual sigue siendo a día de hoy.
Entre la nostalgia y el orgullo, de haber formado parte de esa “linda tribu que es la humanidad” (Mario Benedetti dixit), de haber escrito un pedazo en la historia, por cambiar la vida, el mundo, el sistema, en busca de la más genuina felicidad.
Y ahí estábamos un grupúsculo de forajidos intrépidos, a la caza de nuestra penúltima aventura, en aquel avión de Aeroflot, que nos devolvía a nuestra puñetera realidad, volvían unos cuántos artistas, a los que considerábamos ídolos, mitos, y que admirábamos ya, profundamente, la mía era, una admiración de principiante, que ganaría peso con los años.
Pero sí, de regreso a Madrid, junto a Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, Luis y Carlos Mejía Godoy. Y no se nos ocurrió, con una juvenil determinación, casi arrogante, que plantarnos ante Silvio, y presentarle nuestros respetos, de jóvenes comunistas, defensor es de la misma causa, la revolución cubana, el Che, Fidel, Camilo…no recuerdo con exactitud las palabras, aunque poco importa, ante nosotros, el gran maestro de la trova cubana, poesía musical comprometida, sincera y honesta. Y de repente, con camaradería y complicidad, Silvio enfundó, su petaca llena de whisky, y nos ofreció un trago, a modo de brindis afectuoso, no dudamos en saborear y ofrecer nuestros respetos, al gran Silvio Rodríguez, al pueblo cubano y a su revolución…para más inri, tuve el atrevimiento de pedirle, para la posteridad, un autógrafo, que aún conservo.




Pep Ledesma
Tomando un whisky con Silvio Rodríguez